El manto de invisibilidad que cubre al gremio de informales del Perú
La omisión en regular las actividades que ya vienen realizando muchas micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) en el ámbito comercial confirma una práctica evidente: las normas se enfocan en las grandes empresas y otorga un manto de invisibilidad a la mayoría de empresarios. Esto los obliga a crear sus propias reglas.
En la serie Shazzan de Hanna Barbera, trasmitida en la década de 1960, Chuck, uno de los personajes principales, tenía siempre a la mano un manto de invisibilidad que le permitía cubrirse de los enemigos y pasar frente a ellos sin que lo noten. Un manto similar mostró Harry Potter, al poder recubrirse con este para pasar inadvertido frente a terceros, siempre que no hiciera bulla ni despertara su atención.
En los últimos días, hemos visto la publicación de normas que regulan los protocolos a seguir para cada industria. El objetivo es permitir que las empresas inicien actividades en cumplimiento estricto de normas de salud, con el fin de proteger a las personas del contagio del COVID-19, establecer criterios de focalización territorial y obligar a informar incidencias.
Con relación a los criterios de focalización territorial en el ámbito del comercio electrónico para el hogar y afines, las condiciones exigen a cada empresa haber facturado ventas anuales por montos iguales o mayores a 3 millones de soles en 2019. Asimismo, debe haber facturado ventas a través de sus plataformas de comercio virtual por un monto no menor al 2 % de sus ventas anuales.
Para muchos comercios, es la primera vez que realizan ventas en línea, pero otros ya lo hacían con frecuencia. Durante la cuarentena, hemos observado que todos, en general, se valen de diversos tipos de medios digitales para aumentar sus canales comerciales, desde redes sociales (Facebook, Twitter, TikTok) hasta plataformas de compra y venta. Para los envíos, emplean los servicios disponibles de courier o taxis.
La razón de este viraje en la forma de hacer negocios era predecible. Los empresarios se valen de las reglas de salud establecidas bajo su propio criterio, ya que las personas no buscan contagiarse para generar ingresos y poner en cautela su salud y la de sus clientes. De hecho, en algunos casos, los transportistas pedían a los usuarios retirar los productos del vehículo ellos mismos, con base en sus "protocolos personales".
Si bien la lógica es esperar que las grandes empresas puedan cumplir con los protocolos, basados en su mayor capacidad logística y su mayor número de trabajadores, esperemos que pronto se emitan normas para regular la actividad de mipymes en el comercio en línea o redes en general, sobre todo, si se permite el trabajo a puertas cerradas. Podría pensarse en reglas para personal reducido o hasta unipersonales.
En el Perú, el gremio de negocios informales va en aumento por las restricciones del reinicio de actividades y el gran incentivo de ingresos que se requiere. Es prioritario generar normas que delineen los protocolos a cumplir, que entiendan las carencias y no las posterguen a un manto de invisibilidad extremo. De lo contrario, alejaremos y aportaremos a la expansión de un gremio que, sin perjuicio del incumplimiento, como siempre, busca innovar, adaptarse a la coyuntura y generar sus propios ingresos.
Un ejemplo de ello es cuando observamos conductores frente a un semáforo en una avenida congestionada de Lima. Durante los primeros minutos, todos o la mayoría de ellos no lo cruzarán. Como mucho, tocarán la bocina y esperarán el cambio de luz. No obstante, bastará que un vehículo decida pasarlo, tras una espera prudente, para que todos los demás lo sigan, sin excepción. No esperemos que se pasen todos, pongamos reglas.